martes, 14 de abril de 2020

Una cuaresma diferente



      Coronavirus... ¡Qué cosa! Mucha reflexión. Pienso que está hablando el planeta, que nos dice: "Quédate contigo, solo tu contigo. Obsérvate y revísate. Piensa... Transformate. Busca tu mejor versión. ¡Epa, es con
todos!"
      Sé que hay quienes están buscando culpables para castigarlos, obligarlos a pagar (¿acaso con dinero se recuperarán las vidas de quienes se fueron por su causa?), son los policías del mundo. Otros
sacan provecho, llevan a subastas mascarillas y cualquier tipo de insumos para el mejor postor; son la maquila planetaria. Hay quienes juegan al héroe y mandan legiones de médicos al mundo entero; son los
viejos superhéroes que ya no salvan princesas en torres de castillos.
      Mientras tanto, por las calles de un pueblo colombiano, se pasea un oso frontino. El silencio y la paz le permiten explorar fronteras ¿o intentar recupera sus espacios? Las aguas de los canales de Venecia se aclaran y los peces y los cisnes deciden volver a la vida, mientras la muerte hace una fiesta macabra en Italia con los humanos. En mi casa hemos vuelto a escuchar los sonidos del silencio, no la canción de Simon & Garfunkel (que también), sino los grillos y sapitos en la noche, alguna chicharra pidiendo agua y
simplemente el viento que viaja libre sin carros y gandolas por la autopista. Las estrellas se ven más claras porque no hay luces de neón.
      A ver... Yo con yo. Me gusta el silencio que siento. Me gusta ver a la gente con mascarillas y guantes. No por morbo, por Dios, sino porque entiende que la vacuna contra el virus es cada uno de nosotros, es la prevención. Me gusta que en casa hemos encontrado montones de cosas que compartir y hacer. Cosas
sencillas, básicas como jugar "stop", dominó o bailar. Cosas como que el abuelo le enseña a la nieta la calistenia que hacía cuando era niño y soñaba con ser grandeliga. Cosas como dibujar manos y pies y pegar las hojas de tres en tres para hacer con el cuerpo la figura de cada línea, reírnos cada vez que alguno cae. Simplemente hacer pan, que el abuelo aprenda y disfrute amasar el pan y hacer una fiesta con el olor que nos avisa que ya podemos comerlo.
      Tengo conciencia de la hecatombe financiera mundial, de que nadie sabe cuándo y cómo será el día después, pero tengo la certeza de que nos inspirará el amor y luego podremos contar cómo fueron estos días, hablar de los verdaderon héroes: los que trabajan sin descanso en el sector salud y en el alimentario, los héroes como bomberos. Ojalá aprendamos y esta vez escribamos la Historia como es: desde el amor.