jueves, 24 de marzo de 2022

De la vida, la nostalgia, la guerra y la paz


      Esta fotografía recoge uno de los momentos más importantes de mi vida: el día que recibí mis títulos como Master en Filología y como Traductora ruso-español. Cerraba así un ciclo lleno de aprendizajes, sin temor a equivocarme, los  más importantes para convertirme en la mujer que soy. Un ciclo de colores, alegrías, angustias, éxitos; un ciclo de formación y crecimiento personal y profesional, un ciclo por el cual agradeceré siempre a la Vida haberme colocado allí.

     Si ven con detenimiento la foto podrán percatarse de que hay rostros que nos llevan a diferentes lugares del mundo, es decir, yo tuve el privilegio de vivir durante casi siete años en el Planeta Tierra, me llené de sus olores y sonidos, de sus colores, de su luminosidad y de sus partes oscuras.

     En esta foto estamos Ania, Suresh, Lena, Txum, Najam, Seriozha, Badé Mejeranzheli, Tania, Oleg, Daljeet, Olga Krylova, Alicia, Tatiana, María Emilia, Sasha, Volodia, Bertha, Abdel, Sushila, Abdul, Marina, Shura, Natasha, Genadii Prokofiévich, Ksenia, la Decano y el Rector, Andrei ,Ashok, Axmed, Irina, Asma, Vania, Olia, Kira Borísovna y Vera Serguíevna, Yolanda y yo en la primera fila porque mi mamá se fue a compartir conmigo ese momento tan especial y por eso también yo pude sentarme. Hay otros muchos cuyos nombres ya están borrosos (seguro no éramos tan amigos).

     ¿Por qué cuelgo esa foto después de tantísimos años? ¿Qué puede importar lo que pasó entonces?

     Pues importa. Para mí importa. Me explico. Tal vez alguien comparta mis motivos.

     En esa fotografía hay gente de diferentes países, de diferentes razas, de diferentes religiones, gente con lenguas maternas diferentes: inglés, francés, español, suajili, hindi, laosiano, persa, penjabi, árabe, ucraniano, tayico, georgiano y con toda seguridad algún otro, pero todos aprendimos a comunicarnos en ruso, el ruso fue nuestra lingua franca; en la foto hay personas con diferentes posiciones políticas ¡aunque usted o lo crea! Gente que descubrió que el mundo no termina en la puerta de su casa, gente que entendió que el mundo es de colores y que suena de infinitas maneras. En esa foto estamos un grupo de jóvenes que aprendimos no solo a compartir en armonía y paz un salón de clases, sino a compartir el pan y el vino, a tejer sueños juntos y a creer que el mundo es un lugar maravilloso, que somos privilegiados por vivir en él.

     Esa fotografía reúne a rusos, los anfitriones, pero rusos de Moscú y Siberia, de las aldeas más apartadas y de las ciudades más luminosas; digo, reúne a rusos, georgianos, ucranios, azerbaijanos, lituanos, chilenos, mexicanos, indios, laosianos, libaneses, congoleses, sudafricanos, pakistaníes, colombianos y esta venezolana. Es decir, allí está el mundo en un pañuelo.

     En esa foto también faltan dos personas: el Doctor Beloúsov y Sasha. Beloúsov era decano de la Facultad de Filología y Sasha era compañero de curso. A ambos los perdimos en 1979 cuando el gobierno de la URSS decidió invadir Afganistán para defender sus fronteras. Hasta el sol de hoy me pregunto ¿defenderlas de qué? Las explicaciones geopolíticas me tienen sin cuidado. No se afanen en contármelas porque es que yo tuve la dicha de compartir habitación en la residencia estudiantil con una muchacha de Afganistán y sé que ese país, que entonces era más bien un montón de tribus, es decir, tenía una organización político territorial diferente a lo que conocemos (y creemos que es la tapa del frasco), Gracias a Akela, Majgul, y a otras muchachas afganas que fueron mis amigas, y seguirán siéndolo por siempre en mi nostalgia, gracias a ellas supe que allí vive gente exactamente igual a tí y a mí, que aspira lo  mismo que tu y yo: vivir en paz, realizar los sueños, ver crecer a los hijos, que nunca mueran los que aman (aunque eso no sea posible).

     Es decir, si los seres humanos tenemos los mismos sueños y las mismas necesidades, independientemente de dónde hayamos nacido, en que lengua nos comunicamos, o a qué dios oramos,  ¿hasta cuándo habrá familias que reciban los restos de sus hijos, esposos, hermanos, amantes en una bolsa negra? Eso sí, con una medalla que lo convierte en Héroe de la Patria y una esquela alabando el arrojo y valentía defendiendo la patria. ¿Cuál patria? ¿Para qué sirve eso?

     Yo todavía recuerdo cuando nos anunciaron la muerte de Beloúsov defendiendo la patria. Yo quería a ese señor. Él fue mi profesor de Historia Universal en primer año, era experto en América Latina y hablaba impecablemente español. Nunca supimos porqué lo habían mandado a la guerra si era un señor con el pelo blanco que pasaba los 50. 

     A Sasha lo mandaron porque no había cumplido el servicio militar obligatorio. ¿Habrá una razón más cínica? 

     Hoy nuevamente guerra. Mi amada Rusia otra vez en guerra, otra vez mandando tropas fuera de sus fronteras para... ¿para qué? ¿en nombre de qué? Como dije antes, no me importan las razones que argumentan los políticos e infinitamente menos las que puedan esgrimir los militares.

     Me importa que todos los seres humanos estamos hecho del mismo material, que todos respiramos el  mismo aire y compartimos la misma casa, aunque cada quien la decore a su manera; me importa que todos tenemos gente que nos ama y quienes amamos y por esa simple razón deseamos que siempre estén bien; me importa que nuestra casa, la Tierra, no tiene remplazo; me importa que quiero que mis hijas y mi nieta tengan la oportunidad de VIVIR LA VIDA, de llenar sus pulmones de aire puro hasta que ya no quepa más soltarlo, sentirse en paz, luego reír. 

     


     

No hay comentarios:

Publicar un comentario