Intuición, el otro nombre de Dios
- Mañana la niña no puede entrar a clase. Ya deben tres meses.
- Mañana la niña no puede entrar a clase. Ya deben tres meses.
No respondà ¿qué podÃa responder? Tomé de la mano a mi niña y sintiendo que iba
a hacer explosión en los próximos segundos, bajé los escalones que nos
separaban del carro; abrà la puerta trasera y le dije a mi ángel especial:
"Entra, hija, entra." Cerré la puerta. Entre yo al carro, lo encendÃ
y fui a buscar a mi otra angelita que estudiaba una cuadra más arriba. Una vez
todas dentro del carro, comencé a rodar hacia la casa.
Lloraba a mares, en silencio ¿cómo podÃa permitir que mis niñas se enteraran?
¿Cómo? Lloraba por el hecho en sà y por la imposibilidad de cumplir con el
compromiso. En la universidad no nos pagaban desde enero. Lloraba de vergüenza
y de tristeza. Lloraba porque mañana mi ángel especial cumplÃa años y ella
soñaba con una fiesta en el colegio. ¿Cuál fiesta? ¿Cómo? Encima... Ni siquiera
la iban a dejar entrar al colegio. Lloraba, lloraba a mares.
Fue entonces cuando me comuniqué por el inalámbrico con mi padre celestial. Le
dije:
- Tu me la
diste para que la sacara adelante, tu tienes que darme los recursos para eso.
No dije nada más. Dejé de llorar porque tampoco podÃa presentarme ante mis niñas con
cara triste y húmeda. Respiré, respiré profundo y muchas veces. Comencé a
cantar, bueno, canto para mi porque los demás escuchan sonidos deformes, pero a
mi me tranquiliza cantar.
Esa noche casi no dormÃ. Mañana cumplÃa años mi niña y no
podÃa entrar al colegio. ¡Qué regalo! Me desperté, como siempre, a las cuatro y
media de la mañana con una firme determinación: la llevarÃa al colegio, la
dejarÃa en la puerta y me irÃa rápido, antes de que pudieran devolverla.
Confiaba en el profesionalismo y el amor que en esa escuela especial brindaban
a los niños. Y nos fuimos las tres, las chicas superpoderosas, como cada dÃa
pero en un dÃa especial, un dÃa de alegrÃa.
Dejé a mi niña menor en su colegio y luego me estacioné a la entrada del colegio de Vane y le dije simplemente "Baja, princesa, que estoy apurada." Ella bajó sonriente, soñaba con que en el patio, después de cantar el himno nacional, la directora la llamarÃa al frente, la abrazarÃa, todos la felicitarÃan y le cantarÃan el cumpleaños.
Dejé a mi niña menor en su colegio y luego me estacioné a la entrada del colegio de Vane y le dije simplemente "Baja, princesa, que estoy apurada." Ella bajó sonriente, soñaba con que en el patio, después de cantar el himno nacional, la directora la llamarÃa al frente, la abrazarÃa, todos la felicitarÃan y le cantarÃan el cumpleaños.
Yo me fui directo al banco obedeciendo a mi intuición, loca intuición, porque
era 21 de mayo y ¿quién dijo que en Venezuela a alguien le pagan algo los 21 de
mayo? Aquà se cobra los 15 y los 30. Pero yo me fui al banco. No sabÃa bien
para qué.
Solicité un estado de cuenta y... no podÃa creerlo ¡tenÃa 120.000 bolÃvares en
la cuenta! Leà varias veces aquel papel antes de salir del banco ¿qué habÃan
pagado? La cifra era insólita no correspondÃa con mis cálculos. En fin, poco
importaba, lo único importante era que tenÃa dinero. DebÃamos 90.000 en el
colegio. Di gracias a Dios. Entré a la primera panaderÃa que encontré. Compré
una torta de chocolate y cerezas, platicos, cucharillas y vasos desechables, y
dos refrescos grandes.
Llegué nuevamente al colegio; hice el cheque, pagué lo que debÃamos y subÃ
directo al salón de clases de mi niña cargada con lo único que ella esperaba
ese dÃa: una torta grande de chocolate, aunque yo ya habÃa puesto al dÃa lo que
realmente era importante para sacarla adelante. ¡Fue un muy feliz cumpleaños!
Pues si, efectivamente. Si alguien cree profundamente q uno de los otros nombtes d Dios es intuición, esa soy yo. Q buena torta debe haber sido ésa!!!
ResponderEliminarY "casualidad", otra manera de decir "milagro".
ResponderEliminarJejeje, si, porque nada es "por casualidad". Me gusta decir que dios escribe derecho sobre renglones torcidos y que somos energÃa y estamos conectados unos a otros sin siquiera sospecharlo.
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